Es tan difícil separar a la imaginación de la perversión, cuando en su movimiento una abusa de la otra, retándose entre sí hasta descubrir el lugar donde se sacian y caen exhaustas a dormir otra vez. He decidido sustituir mi desconocida confianza habitual hacia lo secreto, a lo que se descubre entre sombras temiendo deletrear etiquetas, por una sustancia material con el cometido de osario que sepa escuchar y que no se pueda fumar. Una clásica arca cerrada con espacios a explotar y provisto de paciencia a la hora de jugar. Busco un artilugio de madera donde pueda guardar lo que nunca he sido. Que pueda contener tantos rincones como desdichas por deseos frustrados, donde se encierren sentimientos que me han sangrado. Necesito uno con el carácter de armario, para que al abrir la puerta los celos no me revienten en el cuerpo como fantasmas asustados por el fuego en el infierno. Podría tener un espejo absorbente de recuerdos, que escupa indiferencia a todos mis reflejos, que no le importe ser cómplice de armaduras en decadencia. Que se burle de la hipocresía terrestre. No me preocupa que se vea exánime o lacio casi a punto de caer, no confío en preceptos mundanos. Sólo quiero que él se crea capaz de resistir hasta el final o hasta que ya no pueda más. Debe ser un arcón resistente que no le interese la vanidad galante, que prefiera verse colmado de sueños sin despertar cuando por las noches yo coloque dentro de él mi polifacético antifaz desbordado de frivolidad, abandonado al ras de una esperanza. O que tal vez opte por coleccionar ropa interior en diferentes grados de valor, aprendiendo a ser el sitio donde ésta se abandona, sin investigar otros universos en galaxias ajenas.
El objeto debe tener también principios de artefacto, que le permitan interactuar activamente al tratarse de cumplir alguna desconocida fantasía de alguna extraña máscara. La longitud debe alcanzar para cubrir todas las vacantes de soledad, aunque las dimensiones deben organizarse con el tiempo. No me gustaría abrir un día la puerta y descubrir a mi vida seca, empolvada cayendo muerta frente a mí. El vacío correría en mi sangre, infectando mi carne oxidada por la ansiedad de sentir. Yo no podría vivir sin experimentar con el equilibrio. Entonces sería uno más frente al abismo y al instante de recobrar mi lobreguez ante el juicio, mi cuerpo irregular caería muerto también. Ya no estaría sola mi sombra, mi alma encontraría su dualidad para poder descansar. Un paso más cubierto… No se cuestionaría tanto de mi muerte, así como lo hacen de mi vida. El lapso que existe entre los opuestos extremos es supervisado por jueces clandestinos. No se puede confiar en palabras dudosas, ni en intenciones maquilladas. El arca con temple de armario tiene que saber distinguir la irrealidad de la verdad y no dejarse arrastrar por pasiones confusas. Debe mantenerse firme a través de los sueños, valorar la raíz del inconsciente, el sentido de lo clásico y permanecer leal en las apuestas humanas.
También requiero que soporte mi presión, mi reserva y mi juego. Que acepte conocerme en realidad, en mis silencios matutinos y en mi cinismo nocturnal. Que no se ofenda con mis disfraces y collares, que no se intimide con mi colección de navajas y alfileres que concibo para retar.
Que al entrar a mi habitación, el arquetipo de armario abra sus puertas, dispuesto a encerrar bajo una maldición el rostro que la sociedad me encuentra, la mentira que manejo ya con audacia y estúpida costumbre. Ser una persona común y normal, ignorante y heterosexual, callada y sin deseos de pelear. Sencillamente así, uno más reptando su esencia entre suelos alfombrados y muros improvisados.
Aún no sé dónde se esconde ese maldito ejemplar, dónde guarda su garganta hambrienta de mentiras sin precaución, dónde oculta su sombra de vaga simetría que responde al calor de una pregunta no contestada.
Mientras, seguiré rastreando alguna señal, puesto que tampoco sé lo que tarde más en aparecer, si una persona genuina o un armario especial. Avila, Soydeth. (2010). El Armario. Palomas al viento. Revista del Instituto Colimense de las Mujeres, 1 (6). Recuperado desde: http://www.to2s.com/isla/articulo.seccion.php?id=123 |