16 de enero de 2012 15:46:23 horas
A veces lo que en tu mente se plantea como algo maravilloso e idílico puede no serlo tanto. Porque lo que para unos es divertido a otros les resulta una auténtica tortura. La cuestión es intentarlo y valorarlo, así que cuando un día tu pareja acepta ir contigo de compras, planeas la jornada al más puro estilo Pretty Woman. Guapa pero cómoda, arreglada pero informal. Entras en la primera tienda, el entra contigo, te ayuda a elegir ropa y hasta se queda por fuera del probador esperando verte con tus nuevas adquisiciones. ¡Estás que no te lo crees! En la segunda tienda ya sugiere que seas tú la que decida y a partir de la 3ª cambia su papel de novio o marido por el de guardia de seguridad. En la puerta, inmóvil y con una cara que hace presagiar cualquier cosa menos que se lo esté pasando bien. Poco a poco te empiezas a sentir más incómoda y a medida que vas pasando por los comercios sientes como va aumentando tu cabreo y piensas que en realidad para ir sola cualquier día es bueno y además sin tener que estar preocupada de aquel individuo que te resulta conocido pero que siempre se queda en la puerta, así que no debe de haber ido contigo.
La verdad que muchas veces somos nosotras mismas las provocamos situaciones poco agradables. A veces pareciera que tenemos un imán especial para lograr complicar las cosas. Si a él no le gusta ir de compras ¿Por qué tiene que ir? Puede ser que a ti no te guste el futbol y la verdad que no es común que tu pareja te obligue a que vayas con el al estadio o al bar para verlo en la televisión. Es más, prefiere que no lo hagas porque así estará más a gusto con sus colegas y sin tener que preocuparse de que te molestará esta vez. ¿No sería más sencillo irnos con nuestros amigos, ellos o ellas y compartir esa actividad apasionante para unos y tediosa para otros con quien realmente tiene interés? ¿Es que acaso el termino pareja implica que tengamos que hacerlo todo juntos nos guste o no? Deberíamos valorar lo que tenemos y dejarnos de manipular, moldear y dibujar a nuestros compañeros a nuestro antojo. El contrato emocional implica aceptarlos tal y como son y una de sus clausulas respetar su espacio. Creo que sería una buena idea ¿No te parece?
Ladyoli
