*“Como amigos, nos dejó enseñanzas de cómo se debe conducir un amigo, la relación entre iguales, entre personas que se estiman y que se reconocen; como jefe, me dejó claro que la relación horizontal es la más efectiva, no la vertical, impositiva y hegemónica”, dijo la entrevistada en el homenaje al arquitecto jalisciense, durante el aniversario treinta de la Facultad de Arquitectura y Diseño.

“Gonzalo Villa Chávez es un ejemplo humildad y sencillez no sólo por su talento en la arquitectura, sino por su capacidad de incluirse en los grupos de trabajo como uno más, sin imponer nunca su investidura o un trato de jefe”, dijo Sara Lourdes Cruz Iturribarría en entrevista, después del homenaje realizado al arquitecto originario de Jalisco, durante el aniversario 30 de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Colima.

Sara Lourdes, secretaria administrativa durante los ocho años en que Villa Chávez estuvo al frente de la Coordinación General de Docencia, comentó que el homenajeado tenía respeto absoluto por la gente que laboraba con él: “Era capaz de reconocer y respetar absolutamente el trabajo de sus colaboradores; lo recuerdo no sólo con mucho cariño sino con mucha nostalgia, porque nunca he tenido un jefe que reconociera tanto los saberes de los demás”.

Reconocer, aprender, aceptar habilidades y capacidades de los demás colocó a Villa Chávez como una persona grata para aquellos que lo rodeaban; lo anterior, aunado a su capacidad como arquitecto y restaurador, hizo que grandes artistas nacionales y europeos lo invitaran a colaborar en la restauración de obras como los edificios de Verona, en Venecia, el Hospicio Cabañas y la Pinacoteca Universitaria, lo cual le mereció un sinfín de reconocimientos.

Sin embargo, nunca acudió a su investidura y reconocimientos para imponerse ante sus colaboradores, “al contrario, fue tan humilde y sencillo que permitió un trato de iguales; creo que muchos cultivamos una amistad muy profunda, que conservamos hasta ahora, por sus consejos, plática amena llena de humor, ironía, y por su don de gente”, dijo Cruz Iturribarría.

Gonzalo Villa Chávez, el gran arquitecto, ocultaba sus reconocimientos e incluso colocó varios de éstos en el baño de su casa; además, se resistió al uso de la tecnología: “Prefirió papel y lápiz para concretar sus proyectos, todo esto de la tecnología le resultaba lejano. Optaba por dibujar dos veces un mismo plano que fotocopiarlo, prefería trabajar mil veces que usar una computadora”, contó Sara Lourdes.

“Como amigos –dijo la entrevistada– nos dejó enseñanzas de cómo se debe conducir un amigo, la relación entre iguales, entre personas que se estiman y que se reconocen; como jefe, me dejó claro que la relación horizontal es la más efectiva, no la vertical, impositiva y hegemónica”.

Para Sara Lourdes, el máximo aporte del restaurador jalisciense fue “la capacidad de incluirse en los grupos de trabajo como uno más, sin imponer nunca su investidura o un trato de jefe. Creo que le deberían aprender muchos jefes”.