E. -No sé cómo hacer para que me amen, nadie me ama, nunca me han querido…

P. -¿Quién no te ha querido?

E. –Mi madre, mi padre, mi familia…

P. -¿Qué cosas hacen que te indican a ti que no te aman?

E. –Me dejan solo, yo hago mis cosas, me mandan solo a la escuela.

P. –Quisieras que estuvieran más tiempo contigo…

E. –Sí

P. -¿Ellos lo saben?

E. –Cómo…

P. –Sí, ¿se los has dicho…?

E. –No… ¿para qué? Nunca me escuchan…

P. -¿Les has dicho que quieres hablar?

E. –No, nunca están en la casa, diario estoy solo con mi abuela, con mi tío, con la vecina…

P. –Oh, te dejan al cuidado de alguien.

E. –Sí

P. -Y el que te dejen al cuidado de alguien, ¿cómo te hace sentir?

E. –Pues nada… ¿qué puedo sentir? Solo, triste, abandonado…

P. -¿Hace muchos días que te sientes así?

E. –No, apenas del año pasado a la fecha…

P. -¡¿Y cómo has hecho para resistir!?

E. –Eeeeh… pues me imagino que van a llegar, que me van a dar regalos, o que me van a abrazar y a besar, me imagino que van a contarme un cuento en la noche hasta que me quede dormido y en la mañana, otra vez… nada…

P. –Sientes mucho amor ahí…

E. –No, no sé qué es el amor… bueno, sí lo sé… sí lo he sentido en el pecho, pero ellos no…

P. -¿Cómo haremos para mostrárselos?

E. –No lo sé… quizá si les escribo notas, o les platico de lo que necesito, no quiero cosas… ¡quiero momentos! Y ellos nunca están conmigo... no, mejor nada…

P. –A veces no tenemos el amor que soñamos, como lo soñamos… Sin embargo, la vida está llena de amor, de momentos de amor, de actos de amor: Imagina a un conductor de autobús…

E. –Sí…

P. -¿Qué hace un conductor de autobús?

E. –Maneja…

P. –Imaginemos: se levanta muy de madrugada, se baña, desayuna, se despide de sus hijos y su esposa, hace lo que tiene qué hacer con el manejo y cuidado del autobús, y se va a su base de autobuses para comenzar la jornada de trabajo.

E. –Ah, sí…

P. –Le dan sus horarios de la semana y llegada la hora, suben los pasajeros y sale a carretera. Mientras conduce, alcanza a escuchar las llantas, el sonido del motor, siente en sus manos el volante, los pedales de frenos, acelerador y clutch… mira por el retrovisor, sigue las indicaciones de las vialidades y respeta los límites de velocidad; frena, se mantiene en su lugar del carril, va al pendiente segundo a segundo del recorrido por si hubiera que esquivar obstáculos, observa a los demás conductores y va alerta a los movimientos de los pasajeros en el interior del autobús, ¡uf! Todo ocurre en espacio de segundos, fracciones de segundos… Un acto de amor…

E. –No me había fijado en eso así…

P. –No te preocupes, nos han enseñado que sólo las actividades vistosas y llenas de algarabía son alegres o amorosas, los detalles comúnmente, pasan desapercibidos.

A veces vemos a mamá o a la persona que nos cuida, preocupadas y silenciosas porque no saben qué nos ofrecerán de comer; por muchas razones: el dinero que traen será insuficiente para cierto platillo que lleva ingredientes costosos o necesitan más de los que se pueden comprar con ese dinero. Más tarde, se las ve cocinando tranquilamente, sabiendo que ya pudieron ajustar sus necesidades al presupuesto del día. Y Cocinan: lavan bien las cazuelas y verduras, apartan las especies, reservan los aderezos, engrasan los bowls, se acercan el agua, y observan que las medidas de cada ingrediente sea el correcto para que el platillo, al ser servido, sea atractivo y sabroso al paladar y a la vista. Prueban, esperan pacientemente a que las flamas hagan lo suyo en el proceso de la cocción. La historia termina cuando nos miran disfrutando del platillo que tanta inquietud les causó y que finalmente, alimentará nuestro cuerpo… Otro acto de amor.

E. –Sí, viéndolo así…

P. –Hay muchos actos de amor por todos lados…

E. –Sí. Entonces, el amor me lo dan en los actos cotidianos…

P. -¿Lo puedes captar?

E. –Sí

P. –No siempre sabemos cómo expresar con palabras o ponerle palabras a lo que sentimos por nuestros seres queridos. No todas las personas en nuestra familia saben cómo decirnos que nos aman, a veces son tantas las circunstancias en las que se ven envueltos nuestros padres: como perder un empleo, que les recorten el sueldo, o no encontrar un empleo en donde se les dé una buena remuneración, problemas con la renta, el vecino, el carro, los hermanos que van a la escuela; los útiles escolares, las cuotas, las mensualidades y demás, que se olvidan de que son personas con necesidades espirituales, emocionales y de amor… Por eso sería bueno que quienes lo identificamos como un problema, les invitemos a detenerse tantito, no tendríamos qué quedarnos callados, sabiendo que es una necesidad mutua, y que además, nos permitirá tener acercamientos enriquecedores que nos harán mejores seres humanos, eso hace el amor…

E. –Gracias, muchas gracias por ayudarme a ver que sí me aman, ahora me doy cuenta.

P. -¿Cómo estás ahora?

E. –Más tranquilo, siento que puedo respirar, ya no me duele el pecho.

P. –Cuídate, y espero que pronto me cuentes largas historias agradables.

E. –Gracias

P. –Gracias a ti por regalarme tu confianza.