Rogelio Álvarez Meneses, catedrático del Instituto Universitario de Bellas Artes (IUBA) de la Universidad de Colima y doctorando en música por la Universidad de Oviedo, España, ofreció la ponencia titulada “La obra vocal de Ricardo Castro o la culminación de la mélodie mexicaine”, dentro de los Cursos Internacionales de La Granda en Oviedo, España. Centró su discurso en el catálogo de Ricardo Castro Herrera (1864-1907), en el cual se cuentan un total de once obras para canto y piano. Cabe hacer mención que el compositor mexicano del cual habló Álvarez Meneses, es el más relevante del México decimonónico, autor de un centenar de obras para piano, cinco óperas –tres de ellas perdidas– y música de cámara, sinfónica y concertante. Destacó en sus comentarios que a Castro Herrera se le debe la primera sinfonía escrita por un mexicano, la primera sinfonía en do menor, Op. 33 de 1883, así como el primer concierto para piano y orquesta escrito por un mexicano y el primer concierto para violoncello y orquesta, ambos estrenados en Amberes el 28 de diciembre de 1904. El virtuoso del piano explicó, entre sus comentarios, cómo durante el siglo XIX en México se vivió una gran presencia de la cultura francesa, lo que consecuentemente tuvo un gran impacto en el fenómeno musical, llegándose a integrar el Grupo de los Seis, conformado por compositores y críticos musicales orientados a la difusión de la estética, los géneros y los presupuestos provenientes de la escuela francesa. Señaló que dos de los miembros más relevantes del Grupo de los Seis fueron Ricardo Castro y Gustavo E. Campa, quienes fungieron como líderes intelectuales del mismo. Dijo que este fenómeno “influyó para que en esa época se dieran en México una serie de condiciones ideológicas, culturales y políticas para que se cultivara un género tan sui géneris como la canción de concierto con texto diferente al castellano, concretamente en francés”. Aclaró que el género de la canción de concierto con texto en francés –análogo a la mélodie francaise– alcanzó un punto culminante con Ricardo Castro, ya que sus obras poseen características musicales que las perfilan como un corpus con entidad y de gran interés artístico, principalmente por la escritura vocal y el tratamiento pianístico, y que la producción vocal del compositor sintetiza sus dos venas creativas más importantes: la del compositor pianista y la de compositor operístico. Indicó que luego de la muerte de Castro en 1907 y con el inicio del proceso revolucionario en México de 1910, las condiciones socioculturales de nuestro país se vieron transformadas drásticamente, por lo que el gusto y la praxis musical siguieron otras directrices, “donde la mayoría de los repertorios y prácticas musicales de alguna manera recordasen a la burguesía decimonónica del régimen porfiriano, pero donde muchos de ellos denostaban sistemáticamente dicho periodo de gobierno, inclusive desde las instituciones culturales”. Álvarez Meneses mencionó que después del apogeo de la mélodie mexicaine se dio la eclosión de la canción en castellano, ya en formato de canción de arte dirigida al público culto del recital o de canción popular, y que el interés de los compositores se orientó hacia la utilización de textos de escritores mexicanos y latinoamericanos, recurriéndose también a la poesía prehispánica, como es el caso de las cuatro canciones en náhuatl de Salvador Moreno. A manera de conclusión, consideró que la música mexicana se debate entre dos vías: la cosmopolita y la nacionalista, pero que “debemos asumir que la rica historia musical mexicana ha sido y se ha nutrido de distintas influencias, por tanto hemos de tomar en cuenta que somos poseedores de una cultura criolla en la que ha jugado un papel de suma importancia los procesos de hibridación y mestizaje en todos los ámbitos”. Aseveró que desde el punto de vista de la musicología, “hemos de apostar por una búsqueda de la consolidación y revalorización del patrimonio musical basada en la suma de las aportaciones que históricamente han tenido lugar, y aspirar a comprenderlas en su conjunto y en concordancia con la época y el contexto en que surgieron”. Los Cursos Internacionales de La Granda fueron organizados por la Fundación Asturiana de Estudios Hispánicos y se llevaron al cabo del nueve al trece de este mes, teniendo como organizadores del evento a dos reconocidos maestros de la música clásica española, Ramón Sobrino Sánchez y María Encina Cortizo. |