Aceptación es palabra mágica; con ella podemos aspirar a un entendimiento de la vida en serenidad, con la posibilidad de manifestar la dicha plena desde lo más profundo del ser. Tan poderosa es, que todo acto voluntario está sujeto a ella. Se escribe fácil, pero hacer de nuestra vida un acto de aceptación sin transgredir los límites del auto-respeto, con una actitud alegre no es sencillo. Así que empecemos la reflexión de hoy desde la definición de la palabra: ACEPTAR.- (Del lat. accept?re 'recibir'). Recibir voluntariamente o sin oposición lo que se da, ofrece o encarga. Aprobar, dar por bueno, acceder a algo. Es controversial pretender ser aceptados, al tiempo que negamos (no aceptar) algunas experiencias y la historia que nos constituye. Me refiero a los errores, defectos, secretos, miedos, vergüenzas… Negarnos, negar nuestra historia, nos coloca en un confuso y triste existir. Aceptar lo que soy, es aceptar también de dónde vengo, aceptar mis secretos y errores. Y esto tan sólo es un paso, doloroso quizás. Aceptarnos nos obliga a ser reflexivos, honestos y claros. La no aceptación trae consigo el uso de palabras que emocionalmente hacen daño, y me refiero en específico a: tendría, debería, hubiera… Palabras que nos hunden en el pozo de lo inútil. Al no aceptar tratamos de controlar al mundo. Queremos que nuestros "tendría”, "debería", “hubiera” y nuestras exigencias modifiquen lo que no nos es agradable. No funciona así. Sencillamente, no funciona así. Para probar lo inútil que es el conflicto de tratar de controlar el mundo, levántate a las 4 de la mañana y trata de hacer que el sol no salga… ¡sorpresa! Aunque lo quieras no vas a lograr demorar su salida ni una fracción de segundo. Tal vez no quieres controlar el movimiento del planeta; lo que quieres es controlar el mundo a tu alrededor. Buena Suerte en el afán. La verdad es que, no podemos. Por eso es fundamental comprender que cuando nos aceptamos tal cual somos, estamos en el camino hacia una autoestima valida; no fingida. Seamos conscientes. Mientras no me acepte tal cual soy, sin vergüenza por mis errores o por esos secretos, es inútil buscar la serena paz de la dicha. Tengamos cuidado al hacer la reflexión, aceptar no significa justificar, ni aplaudir los errores, significa que podemos aprender de los mismos y entonces elegir una forma más sana de vivir. Pongamos un ejemplo: “El David” de Miguel Ángel fue esculpido en un bloque de mármol fallado. Tenía una raja profunda en un costado, por lo que otros escultores lo habían considerado "inaceptable". Miguel Ángel, sin embargo, aceptó el bloque de mármol -con raja y todo- y creó una de las maravillas de la humanidad. Entonces podemos decir que si me acepto – con raja y todo- puedo iniciar un verdadero camino de paz, puedo construirme como una persona congruente. A partir de la aceptación soy capaz de mirar y modificar lo que no me gusta, puedo mantenerme sereno ante la adversidad y, sobre todo, me vuelvo congruente. La necesidad de controlar, someter y subyugar a otros para que se amolden a mi persona se esfuma. Y la necesidad de ser aceptado por otros también. Así dejo de someterme, fingir o aceptar cualquier tipo de menosprecio con tal de ser “aceptado”. La verdadera aceptación es de mí hacia mí. Y así, podemos hablar de que incluso la violencia de género tiene que ver con una retorcida manera de entender “la aceptación”: el perpetrador que es inseguro, quiere controlar y someter para sentirse valioso; la víctima de la violencia lo vive para ser algún día aceptada y ya no castigada… Por otro lado, quien se logra aceptar tal cual es, desarrolla la virtud de la empatía, baja las armas y es capaz de aceptar al otro tal como es; en este punto la intolerancia pierde fuerza y surge el aprendizaje. Y, quizás, lo más valioso que hay en la aceptación de uno mismo, está en la fuerza que nos impulsa a no quedarnos donde o con lo que nos lastime, es conocer cada pieza virtuosa o no de nuestra esencia. En la aceptación está el respeto por uno mismo. No me hago respetable si finjo perfección. Soy respetado cuando me acepto tal cual soy. El origen de muchos problemas entre padres e hijos, entre cónyuges, entre autoridades y sociedad, entre personas conocidas o no; se debe a que no nos sabemos aceptar y, por lo tanto, no nos respetamos. Y, repito, eso no quiere decir que se acepte lo que nos daña. Al amarme tal cual soy, me estoy aceptando y respetando, puedo entonces tener la capacidad de ser asertivo en mis elecciones, en mis relaciones y vida. · Aceptar, es la llave mágica para dejar de sufrir. · Aceptar un suceso, como la muerte de alguien, me permite vivir un dolor por la perdida y evita que sufra por la negación. · Aceptar que una persona tiene problemas de violencia, adicciones o intolerancia, me permite salirme de su círculo porque puedo aceptar que convivir con alguien así no me es grato. · Aceptar que la otra persona tiene derecho a ser tal cual es, me libera de sufrir porque no es como yo quiero. · Aceptar que no soy perfecta me convierte en una persona con la posibilidad real de ser feliz. · Aceptar que los otros pueden tener su tiempo de desarrollo humano distinto al mío, me permite aceptar que aunque nos uniesen lazos de sangre, yo puedo no quedarme a formar parte de un círculo neurótico y a su vez, me da la oportunidad de alejarme sin culpa y sin lastimar a nadie. · Aceptar que tengo debilidades y fortalezas, y por lo mismo saber que soy un ser único y valioso, me permite elegir lo mejor para mí y los que me rodean. · Aceptar que me puedo equivocar tanto como el otro, abre la puerta del entendimiento y vence las disputas. Porque nadie tenemos la verdad absoluta. · Aceptar que soy responsable de mis actos y sus consecuencias, me permite aceptar las elecciones de los otros aunque estas no sean las mías… · Aceptar es… poder convivir conmigo misma y con los demás en respeto, amor, armonía y confianza. Es abrir el corazón al amor y la generosidad. INNOVEMOS ALGO ¡YA! Esta colaboración es una invitación a la reflexión de temas de relevancia hacia una convivencia social que genere bienestar para todos. Tu opinión es valiosa, por favor, envíala a innovemosalgoya@gmail.com Recomiendo la película: “Memorias de Antonia” - 1996, dirigida por Marleen Gorris. (http://www.youtube.com/watch?v=qprgAI1SxWE ) MEMORIAS DE ANTONIA (1996 MARLEEN GORRIS) |