*El proyecto “Ruta Inka 2013: Rumbo a la AMAZONIA por los cuatro SUYOS”, durará 40 días, del 22 de julio al 3 de septiembre de 2013.

Karina Janeth Díaz Ríos, integrante del Programa de Estudiantes Voluntarios de la Universidad de Colima (EVUC), participa por tercera ocasión en la Ruta Inka, expedición que le permite llevar a otras fronteras el enfoque institucional de la educación con responsabilidad social, según ha comentado en sus correos.

Para Díaz Ríos no ha sido fácil contactarse con sus familiares y amigos para comunicar todo lo que están viviendo los voluntarios que la acompañan. Para conservar la memoria de esta experiencia, lleva una bitácora de viaje.

En ese documento la universitaria consigna las actividades del grupo de voluntarios en las diferentes comunidades que han visitado. Uno de los primeros días en su recorrido, señala, “nos levantamos temprano para viajar cerca de dos horas a Puno (ciudad del sureste del Perú). Ahí nos recibió la Universidad Andina Néstor Cáceres Velásquez y fuimos a desayunar al mercado pan con palta (aguacate) y chocolate caliente.

“Eso sí –añadió–, el frío es el único que nos acompaña sin descanso. Posteriormente nos embarcamos a la Isla de Uros (las islas flotantes hechas de totora construidas en el lago Titicaca); se trata de una isla maravillosa que se mantiene económicamente de la visita de turistas durante todo el año. En total son 76 islas, las cuales albergan de 4 a 6 familias cada una.

“Los niños van a la primaria dentro de las islas y a partir de la educación secundaria tienen que salir a la ciudad de Puno para continuar con sus estudios. Las mujeres se dedican a elaborar artesanías con tela de alpaca (mamífero rumiante de la misma familia de la llama) y los hombres trabajan la totora (o junco), planta herbácea acuática de la que se han formado dichas islas.

“Después del trabajo y aprendizajes del jefe de la isla, nos dieron un paseo en una balsa de totora llamada ‘el mercedes Benz’. Después de visitar las islas nos dirigimos al mercado a comer y posteriormente regresamos a la Universidad a la ceremonia oficial donde nos ofrecieron su bebida tradicional, el ‘piscosawer’ y algunos bocadillos de quinua con salsa preparada, algo así como un dip; eso sí, todo riquísimo.

“Al término de la ceremonia, los voluntarios se dirigieron a un parque arqueológico, el cual encontraron cerrado, así que se despidieron de sus anfitriones, tomaron sus mochilas para partir a la Ciudad de Cusco, la cual se encuentra a unas 12 horas de caminata aproximadamente. En la isla les explicaron el manejo de la totora para la formación de las islas y las artesanías que los habitantes elaboran. Cada isla de uros cuenta con un presidente y un secretario. En general, las 76 islas cuentan con un gobernador y un administrador”.

“Llegamos al Cusco, temprano por la mañana visitamos la comunidad de Aguas calientes, donde pertenece Machu Picchu y trabajamos en la comunidad ayudando a construir unas casas de adobe para las familias de escasos recursos. Terminada esta actividad y después del almuerzo, se disfrutó de un rato de convivencia con los niños de la comunidad; al finalizar visitaron el Santuario de Machu Picchu”.

Karina Díaz expresa que durante los primeros días de la expedición recorrieron sólo algunas comunidades de Bolivia antes de pasar a Perú, debido a que fueron cinco días de adaptación al clima frío y a la altura. Para el 29 de julio entraron a Perú y es donde se ha trabajado más. Sobre las comunidades visitadas, según ha percibido la voluntaria, las de Bolivia tienen mayor necesidad que en Perú, “es más frio y hay menos comida… hace mucho frío y el viento parece que sopla cada día con más fuerza”.

Es preciso mencionar que a los 8 días de la ruta ya se empezaban a mostrar cambios en los voluntarios que cruzan esta expedición; Karina Díaz nos dice: “son más solidarios, más preguntones”, y es que los voluntarios empiezan a cuestionar sobre la forma en que se organizan las comunidades, sus formas de vida y educación. A nivel personal, en los voluntarios crece la empatía y se muestran más interesados en la realidad que viven esas comunidades, son más críticos. A nivel grupal, hay más solidaridad en el grupo.

Pasan los días y cada vez más se alejan de las comunidades Andinas y se acercan al Amazonas; cada descanso se convierte en un sitio distinto para aprender y, a la vez, en una espera por conocer más de la diversidad cultural, gastronómica y social.

A veces comen mucho y otros días poco dice Karina, pero se entiende la situación de vida de las personas que habitan los lugares a donde llegan. “Ayer una chica nos agradeció por venir, la gente aquí no conoce a los extranjeros, porque si los visitan tres en el año es mucho”. Ollaraya, es un pueblo de 500 habitantes y se formó apenas hace 27 años, están en el abandono de la civilización aunque su economía no es tan mala como en otros lugares. “Eso nos sorprendió, porque nos trataron muy bien y la gente fue muy amable”, dijo la joven del EVUC.

El objetivo que persigue esta aventura es promover las culturas vivas que se desarrollaron en el antiguo Tahuantinsuyo, a la vez que las relaciones de hermandad con otros pueblos indígenas de América mediante acciones realizadas por voluntarios de varios países.

El proyecto “Ruta Inka 2013: Rumbo a la AMAZONIA por los cuatro SUYOS”, durará 40 días, del 22 de julio al 3 de septiembre de 2013. Como antecedente, se trata de un proyecto cultural que nació en el año 2000 con motivo del advenimiento del nuevo milenio y en el marco de Decenio Internacional de los Pueblos Indígenas, bajo la tutela de Machu Picchu y otros pueblos del Valle Sagrado de los Inkas.

La Universitaria Karina Díaz, quien participa como Voluntaria en la RUTA INKA 2013, señaló al hablar de su experiencia que: “Ser voluntaria en otros países ayuda a entender las circunstancias que afrontan las personas en las diferentes comunidades a partir de sus condiciones físicas, económicas y de salud, a entender cómo el mismo problema afecta de diferente forma al mundo”.