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NACIMIENTO Y CLASIFICACIÓN DEL JUEGO EN EL PENSAMIENTO DE JEAN PIAGET

NACIMIENTO Y CLASIFICACIÓN DEL JUEGO EN EL PENSAMIENTO DE JEAN PIAGET



19 de noviembre de 2013 08:52:00 horas
Autor Dr. Noé Navarro Ruiz

F) EL JUEGO EN EL PENSAMIENTO DE JEAN PIAGET.

La mente del niño sigue desde un principio un proceso más o menos determinado y sistemático en su afán de comunicarse con el mundo exterior y llegar a su comprensión. Para ello recurre el símbolo que, proviene del exterior, él lo usa a su manera y lo obtiene de la imitación, el juego y el sueño que lo ayudan a captar imágenes y a representárselas cada vez con mayor claridad.

De esta manera organiza su mundo mediante esquemas, los cuales son conjuntos de acciones físicas, de operaciones mentales, de conceptos o teorías con las cuales organizamos y adquirimos información sobre el mundo exterior.

Piaget, conocido por sus numerosos trabajos sobre la psicología del niño y su evolución realiza un volumen que lo tomamos como base para fundamentar el presente trabajo, realiza una investigación minuciosa de los pasos sucesivos de la mente infantil, desde la ausencia de imitación hasta la representación cognoscitiva; basándose en observaciones directas, ejemplificando sus razonamientos y conclusiones; lo utiliza para apoyar su generalización de los pasos dinámicos de la mente; además señala Piaget en su teoría que el niño al pasar su desarrollo por las etapas sensorio motriz, preoperacionales, operaciones concretas y las operaciones formales, pasa por los procesos de la asimilación y la acomodación, reconoce las diferencias que existen entre los individuos y en todo el libro se hace intrínseco el por qué de tales formas de reaccionar ante el mundo exterior; el libro es: la formación del símbolo en el niño de Jean Piaget.

Más sin embargo no pretendemos un estudio detallado de esta obra, si no aquello que creemos sea importante para fundamentar nuestro trabajo. Bajo el pensamiento de Piaget nos basaremos especialmente en el nacimiento del juego, la clasificación de los juegos y su evolución, al igual de dar una breve explicación del mismo.

a).- EL NACIMIENTO DEL JUEGO.

Piaget, toma como base dos principios: organización y adaptación, el primero es una disposición innata en todas las especies, conforme el niño va madurando, integra los patrones físicos simples o esquemas mentales a sistemas más complejos. El segundo es la adaptación, esto es, que todos los organismos nacen con la capacidad de gustar sus estructuras mentales o conducta a las exigencias del ambiente.

Piaget, dice que el juego es:

primero que todo, simple asimilación funcional o reproductiva pues, el acto de inteligencia desemboca en un equilibrio entre la asimilación y la acomodación, en tanto que la imitación prolonga a esta última por sí misma, se pude decir que el juego es esencialmente asimilación o asimilación que prima sobre la acomodación”71

Nos damos cuenta pues, que la asimilación moldea la información nueva para que encaje sus esquemas actuales, y el proceso de modificar, los esquemas actuales es la acomodación.

El juego es un complemento de la imitación, pues este constituye simplemente y durante las fases iniciales, el extremo de las conductas definidas por la asimilación. De esta manera la imitación ejerce los esquemas cuando se encuentran acomodables a un modelo conforme a las actividades habituales, o cuando pueden ser diferenciados en presencia de nuevos modelos comparables a estas actividades.

¿Desde cuándo se puede considerar que comienza el juego? Según Piaget podemos tenerlo presente desde el primer estadio senso motriz, es decir, desde las adaptaciones puramente reflejas. Lo que para K. Groos; el juego es un pre ejercicio de los instintos esenciales.

¿Podríamos considerar como juego las primeras musitaciones, los movimientos de cabeza, y de las manos, las sonrisas, las señales de gusto o pertenecen a otra cosa?

Dice Baldwin, y Claparede que:

“todo es juego durante los primeros meses de existencia, salvo algunas excepciones tales como la nutrición, o emociones como el miedo o el cólera”.72

En efecto, porque esta serie de actos no son impuestos por otro o por las circunstancias exteriores puesto que no tienen finalidad exterior; distinta de la que tendrían más tarde los ejercicios motores, donde ya todo mundo considera como juegos, por poner algunos ejemplos: lanzamientos, sacar agua, saltar, correr entre otro.

En este primer estadio considerado como sensomotor, pre verbal, se desarrolla el conocimiento práctico, por ejemplo tenemos la construcción de esquema del objeto permanente; para un bebé, durante los primeros meses, un objeto no tiene permanencia, cuando este desaparece del campo perceptible ya no existe; y el niño no hace intento por buscar o encontrarlo.

En el segundo estadio el juego no se esboza aún sino como una ligera diferenciación de la asimilación adaptativa, conocido como preoperativo, están los inicios del lenguaje, de la función simbólica y por lo tanto del pensamiento, debe darse ahora una reconstrucción de todo lo que se ha desarrollado en el primer estadio. De igual manera puede demostrarse que falta la apreciación de la conservación del peso y el número. Las reglas de la aritmética simple, tal como las conocemos, simplemente no son aceptadas. La evidencia hasta la fecha sugiere que la práctica y el entrenamiento tienen poco efecto o ninguno, para acelerar el progreso de un niño a través de este estadio.

Durante el tercer estadio, las reacciones circulares secundarias, el proceso sigue siendo el mismo pero la diferenciación entre el juego y la asimilación intelectual es un poco más acentuada. Cuando hay reacciones no solo al propio cuerpo si no a los objetos manipulados con una intencionalidad creciente se agrega al simple placer funcional de Bûhler, este placer causa señalado por Groos:

” La acción sobre las cosas se transforma en juego cuando el fenómeno nuevo es comprendido por el niño y no ofrece ya alimento de búsqueda propiamente dicha”. 73

El niño se da cuenta ahora de que las propiedades tales como el peso, volumen, número, masa y área se conservan, inclusive a pesar de que pueden ser cambiadas las dimensiones de los objetos.

El cuarto estadio consiste en repetir o asociar esquemas ya construidos, hay aplicación de los esquemas conocidos a situaciones nuevas, lo realiza utilizando por intermedio las manifestaciones lúdicas en la medida en que son ejecutadas por una asimilación, es decir por el placer de actuar sin esfuerzo de adaptación y para alcanzar un fin determinado.

Conocemos que, funcionalmente la asimilación lúdica de los estadios I l y lll es el punto de partida del símbolo y durante los estadios l V y V hay un progreso en la dirección del símbolo corresponde al desarrollo de la asimilación lúdica que conduce a una diferenciación un poco más avanzada entre el significante y el significado.

Las ritualizaciones lúdicas de los estadios l V y V son aplicados a objetos nuevos e inadecuados y se desarrollan por medio de una imitación minuciosa; pero enteramente ficticia.

La imitación es una acomodación de los esquemas y su carácter diferido resulta de su interiorización; por esto es posible la representación; así el símbolo lúdico es posible, por que sin el no habría ni representación de los objetos ausentes ni la consecuente ficción o sentimiento del (como sí).

Como es natural la inteligencia que equilibra la imitación y el juego, hace primar que el uno o el otro, evolucione concurrente mente etapa por etapa. Es así la diferencia esencial que hace Piaget, del símbolo lúdico y la representación adaptada:

“ En el acto de inteligencia , la asimilación y la acomodación son sin cesar sincronizadas y equilibradas la una con respecto a la otra; por el contrario en el símbolo lúdico, el objeto actual es asimilado a un esquema anterior y los objetos ausentes que se relacionan, interviene la imitación como gesto significante “.74

En resumen, en el símbolo lúdico, la imitación no se relaciona con el objeto presente, si no con el objeto ausente que se trata de evocar, así la acomodación imitativa sigue subordinada a la asimilación; por el contrario, en la imitación diferida, la acomodación imitativa sigue siendo un fin en si, y se subordina a la asimilación reproductiva.

Finalmente, en el acto de la inteligencia, la imitación se relaciona con el objeto mismo que se trata de asimilar y la acomodación aún cuando se convierte en imitación representativa, sigue en equilibrio con la asimilación.

En conclusión, tanto cuando se trata de la inteligencia como de la imitación y de las conductas lúdicas, las tres exclusivamente sensorio – motoras, la imitación prolonga la acomodación, el juego prolonga asimilación, y la inteligencia las reúne a todas, sin interferencias, complicando esta situación simple.

b).- CLASIFICACIÓN DE LOS JUEGOS

Después de haber analizado la génesis del juego en el curso de los primeros años de existencia, es necesario ahora seguir su desarrollo principalmente en el nivel del pensamiento verbal intuitivo de 2 a 7 años.

Piaget clasifica los juegos a partir de la aparición del lenguaje; retomando inclusive a algunos teóricos como lo veremos a continuación.

Basado en K. Groos, seguido por Claparede, ve que intentan clasificar los juegos según las tendencias que obran en ellos, es decir según su contenido, dividiéndolos en dos categorías:

Primera categoría:

Los juegos de experimentación o funciones generales; como son los silbidos, las trompetas, etc. Los juegos motores: como las canicas, correr… Los juegos intelectuales como la imaginación y la curiosidad. Juegos afectivos y ejercicios de voluntad, como: mantenerse tanto tiempo en una posición difícil.

Segunda categoría:

Juegos de Funciones especiales; como de lucha, de caza, de persecución, sociales, familiares y de imitación.

Para Piaget, esta clasificación la considera difícil, pues situar en un solo casillero no solo la multitud de casos intermedios que son revelados por la observación cotidiana, si no también, y a la vez, algunos clásicos. El juego de canicas, por ejemplo, es seguramente sensorio – motor puesto que se trata de tirar y lanzar; pero a partir de los 7 u 8 años es también un juego de competencia y de luchas canalizadas, por que a partir de esta edad hay una competencia entre los jugadores ( mientras que los pequeños juegan cada uno para sí ).

Además que hay juegos elementales que no requieren de imaginación simbólicas ni reglas y en los cuales se puede mostrar sin arbitrariedad que tendencia ejercen. A esto pertenecen todos los juegos de los animales (salvo dice Piaget en algunos juegos simbólicos en los chimpancés).

En cuanto al juego de persecución es clasificado por Querat entre los juegos hereditarios y no constituye sin duda otra cosa que un juego motor espontáneo al cual la socialización ha impuesto determinadas reglas.

Así dice Piaget que el juego de canicas y el de persecución por ejemplo son vecinos: En los dos casos el simbolismo es inexistente o permanece en un segundo plano, y en ambos casos hay reglas transmitidas por la tradición social infantil, que se aplican a una materia sensorio – motora que canalizan para transformarla en competencia organizada.

Stern, clasifica los juegos en dos grandes clases: Juegos individuales y juegos sociales; los primeros distingue categorías de complejidad creciente: conquista del cuerpo; (motores con el cuerpo de instrumento). Conquista de las cosas; (juegos de construcción y destrucción); y juegos de papeles; (metamorfosis de las personas y de las cosas).

Los juegos sociales, comprenden los juegos de imitación simple, juegos de papeles complementarios (maestros y alumnos, etc.) y juegos combativos.

Otra clasificación interesante retomada por Piaget es de Ch. Bùhler. Los juegos de niños son repartidos en cinco grupos: Juegos funcionales, juegos de ficción o de ilusión, juegos de construcción y juegos colectivos.

Sin embargo Piaget solo retoma algunas consideraciones importantes de algunos autores antes mencionados; resumiendo, es que si se consideran las tres grandes clases de juegos de ejercicios de símbolos y de reglas como correspondientes a tres niveles entendiendo que estos niveles están caracterizados por las diversas formas sucesivas, (sensorio - motora, representativa y reflexiva) de la inteligencia, es evidente entonces que:

“Los juegos de construcción no definen un nivel entre los otros, si no que ocupan una posición situada en medio camino, en el segundo y sobre todo en el tercer nivel, entre el juego y el trabajo inteligente, o entre el juego y la imitación.75

Por tanto en función de todos los juegos el niño ejerce su vida actual con tanta firmeza cuanto que no hay allí pre ejercicio de actividades ulteriores; así mismo el elemento imitativo de su juego es una copia de lo real y esta reproducción es ante todo afirmación del yo por placer de ejercer sus poderes y revivir la experiencia fugitiva. Esos ejercicios lúdicos que construyen la forma inicial del juego en el niño no sólo son característicos de los dos primeros años de la fase de las conductas pre – verbales, por el contrario, reaparecen durante toda la infancia, cada vez que un poder nuevo se adquiere durante su fase de construcción y adaptación actual.

De los cuatro a los siete años, más o menos, los juegos simbólicos comienzan a desaparecer, porque, al aproximarse cada vez más a lo real, el símbolo llega a perder el carácter de formación para convertirse en una simple representación imitativa de lo real.

Y de los 4 a los 7 años hay una preocupación exacta de lo real. En otras palabras, el símbolo lúdico evoluciona en el sentido de una simple copia de lo real. Además diría Piaget es el comienzo del simbolismo colectivo, es decir, con diferenciación y adecuación de los papeles esto sucede dentro del estadio II.

En el estadio III entre los 11 y 12 años, se caracteriza por la disminución del simbolismo en provecho de los juegos de reglas o de las construcciones simbólicas cada vez menos deformantes y cada vez más cercanas al trabajo continuo y adaptado.

Por último, nos damos cuenta que el juego de ejercicio simple comienza desde los primeros meses de existencia y el juego simbólico a partir de los primeros meses del segundo año, el juego de reglas no se construye si no, durante el segundo estadio, (de cuatro a siete años) y sobre todo, durante el tercer periodo de (siete a once años).

Sin embargo en el adulto no quedan sino algunos residuos de los juegos de ejercicio simple, como divertirse con su aparato de radio, y de juegos simbólicos, como contar una historia, y el juego de reglas subsiste y se desarrolla durante toda la vida (deportes, cartas, ajedrez, etc.) A sí vemos que el juego de reglas es la actividad lúdica del ser socializado.

Podemos concluir y estar de acuerdo con Piaget que el juego simbólico se integra al ejercicio sensorio – motor o intelectual y se transforma en parte en juegos de construcción.

Ahora ¿cómo interpreta Piaget la explicación del juego en el conjunto del pensamiento del niño? Para poder comprender los caracteres del juego es necesario tomar en cuenta algunos criterios, primero:

El juego encuentra un fin en sí mismo; en su libro de estética del movimiento de P. Souriau, dice que todo juego en cierto sentido es desinteresado, puesto que el jugador con seguridad se preocupa del resultado de su actividad. Además:

“Cuando la asimilación y acomodo están diferenciados, como en las conductas del principio del primer año, parece que hay autotelismo sin que haya juego propiamente dicho, pero en la medida en que la asimilación triunfa sobre el acomodo, el juego se disocia de las actividades no lúdicas correspondientes”.76

Un segundo criterio es la espontaneidad del juego, contrapuesto a las obligaciones del trabajo y de la adaptación real.

Un tercer criterio es el placer, o sea que el juego es una actividad para el placer, mientras que la actividad seria tiene una meta y un resultado útil, independiente mente un carácter agradable; así dice Claparede que el acto de agarrar puede construir un aprendizaje no lúdico.

En pequeño, podemos resumir que, el juego es una búsqueda de placer, pero con la acomodación de concebir esta búsqueda como subordinada en sí misma a la asimilación de lo real al yo; el placer lúdico sería así la expresión afectiva de esta asimilación.

Un cuarto criterio es la carencia relativa de organización en el juego, carece de estructura organizada por oposición al juego reglamentado.

Por último, o como un quinto criterio y que es importante, es la liberación de los conflictos, liberar el yo mediante una solución de compensación o de liquidación. Por lo tanto, el juego debe concebirse como ligado al pensamiento adaptado por los intermediarios más continuos y como solidario al pensamiento entero, del cual constituye solamente un polo más o menos diferenciado.

Otras teorías ya analizadas anteriormente ayudan a explicar la finalidad del juego así, que la pedagogía tradicional ha considerado siempre al juego como una especie de basura mental o por lo menos como una seudo – actividad, carente de significación funcional y aún nociva para los niños, a quienes distrae de sus deberes.

K. Groos, vio en el juego un fenómeno de desarrollo del pensamiento de la actividad, y fue el primero en hacerse la pregunta el por qué las diversas formas del juego. Su doctrina se presenta bajo lo siguiente; una teoría especial de la ficción simbólica. Donde K. Groos se refiere a los instintos que sin ellos existen, es natural que presenten una activación anterior a su madurez y este ejercicio inicial puede entonces ser llamado (preejercicio) con referencia a las activaciones terminales.

¿Por qué juega el niño? Lejos de construir ejercicios preparatorios o aun actividades, la mayoría de los juegos tienden a reproducir aquello que ha sorprendido a evocar lo que le ha gustado; en una palabra a construir dispositivos que permitan al yo asimilar la realidad entera.

Por cierto Claperade, y Groos, dicen que el niño ejerce actividades que le serán útiles para más tarde, se comprende que se trata de un ejercicio de las actividades mentales, de las funciones psíquicas como observar, manipular, asociarse a compañeros etc., si es así por qué recurrir al simbolismo. La respuesta es evidente: El niño no posee toda vía un pensamiento interior suficiente mente preciso y móvil, su pensamiento lógico y verbal es demasiado corto y demasiado impreciso, mientras que el símbolo concreta y anima todas las cosas.

Así la asimilación simbólica es la fuente de la imaginación creadora, es decir de actividad constructiva espontánea, y hay símbolo porque el pensamiento procede por asimilación egocéntrica y no por conceptos lógicos.

Para Stanley Hall, los juegos se suceden según las etapas o por edades relativamente constantes y definidas por el contenido de las actividades lúdicas; estos contenidos corresponden a actividades ancestrales cuyo orden de sucesión ha sido el mismo curso de la historia humana.

Por lo tanto decimos que el juego de los niños tiene por función liberar a la especie de estos residuos apremiando a un tiempo el desarrollo de etapas superiores. En cuanto a su contenido del juego son los intereses lúdicos particulares ligados a tal o cual objeto como: Canicas, muñecas, animales, construcciones, máquinas, etc. La estructura es la forma de organización mental, ejercicios, formulas, símbolos, reglas y sus variedades.

Todo el mundo admite hoy en día que el contenido de los juegos varía según el medio físico y social del niño; por lo tanto, el juego tiene por función permitir al individuo realizar su yo; desplegar su personalidad, seguir momentáneamente la línea de su mayor interés en el caso en que no puede hacerlo por medio de las actividades serias. En pocas palabras, muchos autores convergen en la afirmación de que el juego es esencialmente asimilación de la realidad al yo.

Groos comenta que los animales superiores tienen una infancia para poder jugar, y Buytendijk, responde que un niño juega porque es niño; es decir, porque los caracteres propios de su (dinámica) le impiden hacer otra cosa sino jugar.

Así de que el ejercicio desempeña un desarrollo inferior al de la maduración interna y, en fin, de que los verdaderos pre ejercicios no son juegos sino formas de aprender serias. Buytendijk, afirma de que el juego deriva necesariamente de la estructura mental del niño y que no puede tener explicación sino en ella, y los esquemas se encuentran, afectivamente en todas las etapas del desarrollo de la inteligencia, la acomodación y la asimilación.

Por eso el juego de ejercicio se explica, pues, directamente por la primacía de la asimilación, sin la necesidad de apelar al pensamiento o a la vida social. Notamos, pues, aquí que el juego simbólico es a la inteligencia representativa lo que el juego de ejercicio es a la inteligencia sensomotora; y el símbolo lúdico es también imagen y, por consiguiente, también imitación, o sea acomodación. De esta manera concluimos que el juego simbólico no es otra cosa que el pensamiento egocéntrico en su estado puro, y el objeto del pensamiento es la asimilación de lo real.

Para concluir en la intervención de las etapas evolutivas de la actividad del niño, es que las diferentes formas de pensamiento representativo; que son la imitación, el juego simbólico y representación cognitiva son solidarias unas de otras, las tres evolucionan en función del equilibrio progresivo de la asimilación y la acomodación, y el equilibrio de estas últimas funciones, constituyen los polos de toda adaptación, y determinan el desarrollo de la inteligencia sensorio – motora.

Así, que, la representación implica un doble juego de asimilación y acomodaciones actuales y pasadas, puesto que ocupa de hecho toda la temprana infancia; porque la imitación y el juego se integran en la inteligencia. Es por tanto, comprensible que las estructuras características del pensamiento pre conceptual, del juego y de la imitación, se influyan recíprocamente en un primer nivel de representación, para formar una totalidad bien determinada por sus condiciones generales de equilibrio.

En una segunda fase desde el punto de vista del juego, la imitación y la representación se da entre los cuatro, cinco y siete años, aquí el juego se convierte en expresión de la realidad, lo mismo que en expresión afectiva de esta.

Ahora en un tercer periodo hacia los siete u ocho años cuando se puede hablar de una reintegración real del juego y de la imitación de la inteligencia, y es hacia los doce años cuando las últimas formas del juego simbólico finalizan y comienza la adolescencia.

De esta manera mientras que el juego sensorio motor no es sino un prolongamiento de las adquisiciones debidas al desarrollo de la inteligencia, el juego simbólico de los comienzos del periodo representativo se expande de manera autónoma y se diferencia de toda la primera infancia.

La evolución del pensamiento es, pues, un equilibrio progresivo entre la acomodación imitativa y la asimilación y esto a través de estadios sucesivos, a pesar de que el juego y la imitación evolucionan correlativamente en sentido de su reintegración complementaria.

Ahora bien, podemos terminar diciendo que durante los primeros años los niños construyen el mundo haciendo uso de los recursos disponibles; los sentidos, el movimiento de su cuerpo, las acciones ejercidas sobre los objetos y la interacción con los demás; de esta manera van estableciendo relaciones, entrenándose en las actividades que le son interesantes, descubriendo nuevos objetos y creando nuevas estrategias para conocerlos; la interacción con los demás le permite crear nuevas formas de comunicación y lleva a los niños a usar sus formas simbólicas para, expresarse, como la imitación, el juego el dibujo y el mismo lenguaje.

Estas conductas de simbolización o representación se hacen cada vez más complejas, ya que no sólo representan a las personas y a los objetos, sino también las relaciones entre estos y en tiempo determinado.

Con la integración de todos estos procesos, el niño comienza a interpretar nuevos objetos de la realidad, como los símbolos gráficos (la escritura) entre otros. Simultáneamente, elabora relaciones nuevas entre los objetos, como sus semejanzas y diferencias, o si hay más o menos elementos entre sus juguetes; estas relaciones no existen en la realidad, sino que el niño lo construye llegando así, en un proceso que ha durado cinco o seis años a estar listo para tener acceso al aprendizaje escolar.


71 PIAGET, Jean; La formación del símbolo en el niño. Ed. Fondo de Cultura Económica, 1996, México D.F. pág. 123.

72 IBIDEM, pág. 127.

73 IBIDEM, pág.129.

74 IBIDEM pág. 145.

75 IBIDEM, pág.158

76 IBIDEM, pág. 201.

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