“Nací en Pie de la Cuesta, municipio de Cacahuatepec, Oaxaca, un 21 de julio de 1964. Mis padres son Eustorgio Peláez Fuentes y Reyna Carmona Javier. Tengo cinco hermanos: Carlos Noel, Misael, Dulce María, Rosa María y Laura”. Así comienza la historia de Daniel Peláez Carmona quien, aunque nació en la costa chica, hace resonar su voz en el Pacífico. El director del periódico El Comentario participará en Leo… luego existo COLIMA. La cita es este 17 de abril a las 20:00 horas en Pinacoteca Universitaria “Alfonso Michel”; compartirá con los asistentes obra de Jorge Ibargüengoitia. Sí, todas las historias comienzan igual: uno nace con un padre y una madre a quienes nombrar; lo que pasa después es absolutamente sorpresivo: ¿Qué hacemos con nuestra vida? Lo que Daniel Peláez hizo –por absoluta convicción–fue convertirse en maestro de historia, padre de familia y lector voraz. Hurga en la memoria para rescatar, como pescador que lanza el anzuelo al mar, cómo comenzó su relación con la lectura. No fue en el hogar: el origen humilde de sus padres les impedía comprar literatura: “Fue en casa de un tío, íbamos algunos fines de semana a visitarlo y, en casa de él, había torres de cómics por las que siempre me sentí atraído”. Daniel, con apenas seis años de edad a cuestas, comenzó a adentrarse en las aventuras de Memín Pinguín, Kalimán y Fantomas la amenaza elegante. Un día decidió ir a Morelia: ahí, y después de varias tardes de estudio y lecturas, se convirtió en licenciado en historia: “Fue en esa ciudad, mientras viví en una casa de estudiantes, en la que tenían una biblioteca como de mil ejemplares, cuando inicié mi carrera por la lectura, ahí desarrollé mi gusto por la literatura. El primer libro que leí fue la novela El Tábano, de la escritora inglesa Ethel Lilian Voynich, que narra pasajes de la historia de la lucha por la unidad italiana. Desde ahí no he dejado este hábito y procuro leer todos los días; puedo decir que se ha convertido en una pasión, además, mi trabajo en el periódico y la labor de profesor me lo exigen”. Tras concluir sus estudios ya tenía un título que acreditaba que sabía algo, que podía hacer algo y se le presentó la oportunidad de venir a Colima, donde se involucró también con el periodismo. Como profesor e investigador, labora en la universidad desde hace 18 años; se desempeña como director del periódico institucional El Comentario, donde relevó al maestro Víctor de Santiago, desde los últimos dos años. Su vida se ha desarrollado lejos de su tierra natal –a los seis años se trasladó a vivir a Acapulco, a los veinte se fue a Morelia y luego fincó su residencia en Colima– pero sus orígenes han estado siempre revistiéndolo: “La costa chica tiene la característica de cantarle al amor, a la vida; ahí han nacido compositores de la talla de Álvaro Carrillo y esa vena de apreciación a las artes es algo de lo que no me he desprendido”, subrayó Peláez Carmona, en entrevista. A simple vista no se le nota ninguna crisis de ansiedad, pero lo cierto es que Daniel tiene un gran vicio, el único: comprar libros. Los tiene apilados en su librero y su escritorio; la lista de autores y títulos son interminables: García Márquez, Ibargüengoitia, Arreola, Taibo, Pacheco, Wilde, Balzac, Borges, Cortázar, Saramago, Monsiváis, Galeano, Dickens, Monterroso... Daniel Peláez –más que jactarse de sus logros profesionales– se jacta de la formación que les ha dado a sus hijos Daniel Augusto (8 años) y Alma Carmina (6 años). Una vez, por ejemplo, su hijo lo sorprendió con la invención de un juego; lo interceptó con una frase más o menos así: “Mira, papá, se me ocurrió algo: Yo voy a decir una palabra y tú debes formar una nueva palabra con la última sílaba de la que yo haya mencionado”… y decidieron jugar: bar-co, co-mi-da, dá-di-va, va-ca, ca-la-mar, mar-ga-ri-ta, ta-chue-la…y siguieron entregados, por largo rato, en este pasatiempo infinito. Que su hijo haya concebido un juego de estas características enorgulleció a Daniel Peláez, quien sabe que la semilla de la lectura por fin ha germinado en su hijo. Los beneficios, en breve, comenzarán a notarse en él: desarrollará un sentido crítico, capacidad de observación y de entendimiento al prójimo. Esas son virtudes casi irrenunciables de todo buen lector. La estrategia de fomento a la lectura que ha utilizado con sus hijos es relativamente simple: “La lectura no se puede obligar, hay que irradiarla”. Daniel Peláez continuará, porque así lo ha decidido, geográficamente alejado de Pie de la Cuesta, lugar donde nació; y hay muchos culpables de esta decisión: “En Colima me resbalé en la Piedra Lisa, me enamoraron con sopitos y sopes gordos y me casé con Alma Delia Osorio Cruz, con quien tengo dos lindos niños”. Sin duda, hay razones de sobra para quedarse. Organiza la Dirección de Arte y Cultura. Entrada libre. |